Granada y sus tapas
Si por algo es famosa Granada, además de por su legado cultural y belleza, es por su gastronomía y tapas.
Quienes visitan Granada por primera vez y no han oído nada sobre la costumbre de salir a tapear por la ciudad, se sorprenden cuando al pedir una consumición, el personal de hostelería les ofrece una tapa. En algunos casos, incluso, la clientela dice a quien la sirve que no la ha pedido, hasta que se le explica que es un aperitivo adicional incluido en el precio de la consumición.
En otras ocasiones, son muchas las personas a las que se les recomiendan los bares de tapas a los que poder acudir y, sin tenerlo previsto, en muchas ocasiones se encuentran que han almorzado o cenado solo con las tapas consumidas. Es por ello que, al realizar una visita guiada en Granada, lo ideal es tomar nota sobre cuáles son los mejores sitios de tapas.
Las tapas granadinas son muy populares y gozan de una gran variedad, por lo que se pueden encontrar desde mezclas de sabores y combinaciones deliciosas hasta tapas meramente sencillas. Casi cualquier bar o restaurante granadino ofrece tapas de todos los tipos, ya sean más o menos sofisticadas, consistentes, simbólicas o aptas para llenar suficientemente el estómago. Granada ofrece tapas para todos los gustos y paladares.
Aunque el misterio sobre cuál va a ser la tapa que se incluya con cada consumición forme parte de esta apetitosa costumbre, son también muchos los locales que permiten que la clientela elija su tapa.
Esta tradición tan atractiva está extendida por toda la localidad, y también por su provincia; desde la céntrica calle Navas, y sus alrededores, hasta la Plaza de la Universidad, la zona de la Plaza de Toros, los barrios del Zaidín y de La Chana, las zonas de campus universitarios, (en las que además resultan bastante económicas las tapas), y cualquier otra ubicación.
Historia de las tapas
Es sabido que el Rey Alfonso X “El Sabio” disponía que se sirviera aperitivo en los mesones castellanos, para que el vino no se subiese a la cabeza. Tal vez este pudo ser parte del origen de las primeras tapas.
Precisamente, otras anécdotas como la que tuvo lugar con la visita del Rey Alfonso XIII al Ventorrillo del Chato, en Cádiz, quedaron archivadas en la historia de la tapa, cuando un camarero decidió cubrir una copa de vino con una loncha de jamón, al pasar una corriente de viento procedente de la puerta. A raíz de este momento, se creó la cultura de cubrir las jarras de bebida con algún aperitivo, para acompañarlas y, de paso, evitar que cualquier agente externo se colase en el interior.
En el caso del vino, cubrir las copas servía para que el aire no estropeara el contenido y los aromas no se evaporasen; este hecho de “tapar” dio lugar al nombre de tapa cuando a las tapaderas que cubrían las copas o vasos se les empezaron a añadir pequeñas porciones de comida.
Denominaciones como llamativos y aviso o avisillo, mencionadas por Cervantes y Quevedo, respectivamente, denotan la antigüedad de este tipo de aperitivos, haciendo alarde de su antigüedad y éxito hasta nuestros días.
Históricamente, Granada arrastra consigo esta tradición con éxito, puesto que en 1.909 ya se publicitaban bares de tapas en la ciudad; concretamente, en abril de ese año apareció por primera vez la palabra tapa en la revista quincenal de La Alhambra.
En la actualidad, dado tanto el ambiente estudiantil de Granada como su afluencia de turistas y el buen tiempo que hace patente la continua presencia de gente por sus calles y plazas, corroboran que Granada es uno de los más importantes y fieles referentes de las tapas a nivel nacional.
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